Retratos de Enric
Granados

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Obra:
Música para piano:
-Clotilde (mazurca)
-Elvira (mazurca)
-A la antigua
(bourrée)
-Carta de
amor
-Valses poéticos
-Carezza
(vals)
-Valse de concert
-Exquise (vals
gitano)
-Minuetto de la
felicidad
-El amor de la Virgen
-Impresions de viaje
-Seis marchas militares (de
las que dos son para
cuatro manos)
-Rapsodia aragonesa
-Capricho español
-A la cubana
-Moresca
-Danza lenta
-Jácara
(danza)
-En la aldea (ocho
piezas para cuatro manos)
-Danza gitana
-Canción y danza
-Danzas para cantar y bailar
-Doce danzas españolas (1890 - Para piano, tres orquestadas por Joan Lamote de Grignon):
•Galante
•Orientale
•Fandango
•Villanesca
•Andaluza
•Rondalla aragonesa
•Valenciana
•Sardana
•Romántica
•Melancólica
•Arabesca
•Bolero
-Seis piezas sobre cantos
populares españoles
-Escenas románticas (1903
- ocho piezas):
•Mazurca
•Berceuse
•Alegretto
•Mazurca
•Allegro appassionato
•Epílogo
-Escenas poéticas
(dos series)
-Libro de horas
-Bocetos (1912):
•Despertar del cazador
•El hada y el niño
•Vals muy lento
•La campana de la tarde
-Cuentos de la juventud
-Escenas infantiles
-Allegro de concierto (1903)
-Allegro apassionato
-Fantasía
-Paisaje
-Romeo y Julieta
-Goyescas
(1911 - Suite para piano - seis
piezas
posteriormente orquestadas):
•Los
requiebros
•Coloquio en la reja
•Duo de amor
•Quejas o La maja y el ruiseñor
•El amor y la muerte (balada)
•Epílogo, serenata del espectro
-Obras fáciles para la
educación del sentimiento
-Seis estudios expresivos en
forma de piezas fáciles
-Dos impromptus
-Impromptu y barcarola
-El pelele
-A la pradera
-El crepúsculo
-Ni así la distingue
-El tango de los ojos
verdes
Música
de cámara:
-Sonata para violín y piano
-Sonata para violoncelo y piano
-Trio para piano, violín i violoncelo
-Cuarteto para dos violines,
viola y violoncelo
-Romanza (cuarteto
de cuerda)
-Serenata (dos
violines y piano)
-Quinteto para piano y cuerda
-Andante (violín
y
piano)
-Primera romanza
(violín y piano)
-Madrigal
(violoncelo y
piano)
-Trova (violoncelo
y
piano)
-Oriental (oboe
y cuerda)
-Escena religiosa
(violín, organo, piano
y timbal)
-Tres preludios
Música para orquesta:
-Dante o La
Divina Comedia (1908 - poema sinfónico)
-La nit del mort
(La noche del muerto 1912 - suite)
-Elisenda (1912
- suite)
-Navidad
-Suite oriental
-Suite sobre cantos
gallegos (cinco tiempos)
-Llegenda de la fada (Leyenda
del hada)
-Marcha de los vencidos
-Torrijos
-Danza gitana
-Serenata
-Esbozos de dos conciertos
y una sinfonía
-Interludio de Goyescas
(1916 - última obra)
Música vocal:
-Canciones amatorias (1915
- para voz y piano - texto, F. Periquet):
•Descúbrase el secreto
•Mañanica era
•Mira que soy niña
•Gracia mía
•Iban al pinar
•No lloráis ojuelos
-Tonadillas
(1910):
•Amor y odio
•Callejeo
•El majo discreto
•El majo tímido
•El mirar de la maja
•El tra-la-la y el punteado
•La maja de Goya
•La Maja Dolorosa I, II, III
•Ay majo de mi vida!
•Oh muerte cruel
•De aquel majo amante
•Las currutacas modestas
•Si al retiro me llevas
•El majo olvidado
-Boires baixes (Nieblas
bajas)
-L'ocell profeta
(El pájaro profeta - texto: Condesa del
Castellà)
-Elegia eterna i
Lo rey y'l juglar (Elegia eterna y El rey i el
juglar - texto: Apel·les Mestres)
-Cançoneta (Cancioncilla)
-Canción del pestillón
-Cançó de Janer (Canción de Enero)
-Cant de les estrelles
(Canto de las estrellas; coro, organo
y piano)
Música escénica:
-Maria del Carmen
(1898 - Opera - texto: Josep Feliu i Codina)
-Goyescas (1916 - Opera - texto: F. Periquet)
-Ovillejos
-Miel de la Alcarria
-Blancaflor
(texto:
Adrià Gual)
-Petrarca
-Picarol (1901)
-Follet (Fauno - 1903)
-Gaziel (1906)
-Liliana, (1911 - texto: Apel·les Mestres)
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Biografía:
Los primeros años:
Nace en Lleida el 27 de Julio de 1867. Sus
padres fueron Calixto Granados y Enriqueta Campiña. Él era capitán del
ejército, de origen cubano, que poco tiempo después de haber nacido Enric,
fue nombrado gobernador militar en Santa Cruz de Tenerife. Esto hace que
el primer entorno de la niñez del futuro maestro, tal y como le gustaba
recordar muchos años después, fuese un pequeño huerto de naranjos y
limoneros que veía desde la ventana de su casa y el aroma de la flor del
azahar. Solía decir de estos primeros años que entonces vivía en un
verdadero paraíso.
Un día el padre sufrió una caída del caballo mientras cabalgaba y aquello
trajo como consecuencia que la familia se trasladara a Barcelona. Estamos
en 1874 y el pequeño Enric tiene siete años.
Sus padres ya se habían dado cuenta que el chico reaccionaba de una manera
especial al oir música y disfrutaba con ella de una manera inusual en una
persona de su edad. Un compañero de su padre era el capitán Josep Junceda,
al comentarle el hecho, se ofreció a darle las primeras lecciones de
solfeo. El chico progresó rápidamente y pronto se hizo patente la
necesidad de buscarle un profesor de piano pues el pequeño Granados
demostraba una vocación innata por la música. Formaba parte entonces de la
Escolania de la Merced y allá el maestro Francesc Xavier Jurnet aceptó
darle clases. Al cabo de poco tiempo, Jurnet estaba muy satisfecho de los
progresos de su alumno al que enseñaba absolutamente todo lo que el sabía.
Quizás la muerte reciente de su padre (que causó un gran desconsuelo en el
pequeño) despertó en él la responsabilidad, al ser uno de los hermanos
mayores de la numerosa familia, y le estimuló para dar todo lo que pudiera
de sí mismo. El hecho es que estudiaba hasta diez horas diarias, con la
ayuda de su madre, repasando una y otra vez todas las piezas que Jurnet le
había podido enseñar. También a menudo tocaba para los amigos y conocidos
que los visitaban para escuchar al "niño prodigio", tal y como le
denominaba un joven pianista llamado Picó, que venía muy asiduamente. Fue
este quien habló a su madre de las cualidades que veía en el pequeño
Granados y le hizo ver la necesidad imperiosa de ir a visitar el maestro
Pujol.
La Academia Pujol:
En aquella época Joan Baptista Pujol era considerado el mejor profesor de
piano de Barcelona. Bajo su dirección estudiaran, entre otros,
Albéniz,
Malats y Vidiella. Con el tiempo, entre estos tres y Granados arraigó una
profunda amistad y admiración compartidas. "La Academia Pujol" era la
forja de esta escuela catalana para pianistas y allí se presentó un buen
día la señora Granados con su hijo para ver al director. Este pidió al
joven Granados que tocase alguna pieza. No sabemos qué tocó el joven
Granados, pero debía de hacerlo muy bien, porque no fue necesario insistir
más porque inmediatamente Pujol accedió a tenerlo como alumno. Entre ambos
nació una total compenetración. Granados aprendió todo y más con una
avidez y unas dotes innatas que no pasaron desapercibidas al maestro.
Pujol pensó inmediatamente en la presentación del aventajado alumno a uno
de los famosos concursos de la Academia para pianistas noveles, una de los
hitos para jóvenes revelaciones. Dijo a su pupilo que se aprendiera la
Sonata en sol menor de Schumann, para lo cual Granados trabajó en cuerpo y
alma. Era el año 1882 y tenía quince años al presentarse al concurso. Como
no podía ser de otra manera, le otorgaron el primer premio. Según solía
comentar con posterioridad esta Sonata era la primera obra "decente" que
interpretaba.
Trabajo
para
subsistir:
Para poder ayudar al sustento de su
casa (diez
personas que estaban con cargo a su madre, entre hijos y nietos), Granados se buscó trabajo
consiguiendo un
puesto de pianista en el "Café de las delicias",
que más tarde cambió el nombre por el de "Lion d'Or", entreteniendo con música a los clientes,
cosa que era corriente en los locales elegantes de la ciudad. Ganaba
cien pesetas al mes.
También trabajó un
tiempo en un café de la calle Hospital, el "Café *Filipino", donde
acompañaba a los espontáneos que salían a cantar o a tocar instrumentos
diversos, como podían ser el violín, la trompeta, etc.
Más adelante, además,
dio clases a los hijos de Eduardo Conde, que era el propietario de los
almacenes "El Siglo", gracias a la intervención de su hermano Zoe que
hizo de mediador y a la Sonata de Schumann, que interpretó a manera
de prueba para el Sr. Conde, quien quedó impresionado por la genialidad
del joven maestro.
Paralelamente, escribe sus primeras composiciones. Sus
famosas Doce danzas españolas datan de 1883, hecho que le gustaba recalcar
años después cuando fueron conocidas por el público. Este mismo año tiene
una importancia trascendental para su carrera de compositor, puesto que
profundiza sus conocimientos musicales de la mano de
Felip Pedrell,
el musicólogo y pedagogo más importante del momento en Catalunya. Finalmente
había encontrado el gran maestro que su personalidad reclamaba para
lanzarse con los más sólidos conocimientos a la fama y reconocimientos que
le estaban esperando en todos los ambientes musicales.
La
etapa
Parisina:
Eduardo Conde era, además, un buen melómano, que
comprendió desde el primer
momento la valía de Granados, autoproclamandose mecenas suyo
incondicionalmente. Conde pensó que le hacía falta una estancia en París,
inexcusable en aquellos tiempos para seguir las
nuevas tendencias musicales. Conde se hizo cargo del desplazamiento
y de todos los gastos por el tiempo que hiciera falta, y así fue como Granados
con veinte años, se sitúa en París.
Allá pasó de todo. Poco tiempo después de
llegar contrajo unas fiebres tifoideas, de las
que tardó tres meses en curarse totalmente. Esto va impedirle matricularse
en el
Conservatorio, pero estudió por libre
en el curso Schaller. Es muy
posible que este aparente inconveniente resultara a la larga beneficioso,
puesto que de esta manera su temperamento de
artista no estaba sujeto a
horarios inoportunos.
En París coincidió con el que seria gran pianista Ricard Viñes, también
leridano, excompañero de la Academia Pujol.
Convivieron durante una buena
parte de su estancia en el "Hotel
de Cologne et d'Espagne". Gracias
a Viñes conocemos muchas anécdotas de este
período. Otro compañero
inseparable de aquellos tiempos era Malats,
ninguno de los tres se
perdía las lecciones de Charles de Bériot, que seguían con verdadera
vehemencia. Pero después, como buena juventud, se
divertían todo lo que podían.
Los escritos de Viñes dan constancia de que
aquellos tiempos serían los más felices de la juventud de los tres.
Los
alumnos del Conservatorio daban sus audiciones en la
"Salle Erard" y allí
Granados y Viñes tocaron juntos públicamente por primera vez, bien piezas para
dos pianos, o piezas de Chopin, Schumann, Grieg y Bizet.
Pese a que estudiaban muchas horas al día, también frecuentaban los
Conciertos *Lamoreux, la "Comédie Française"
y pedaleaban por París en un inverosímil triciclo que habían alquilado.
También Granados se aficionó a la pintura, puesto que cenaba los domingos
en casa de
Francesc Miralles, muy cotizado ya, (habían sido vecinos de pequeños
en la
Rambla de Catalunya), donde curioseaba entre las pinturas y los caballetes. Más
adelante, estas incursiones servirían para idear algunos bocetos para sus
obras. Esta etapa se acabó en julio de 1889. Musicalmente, con toda
seguridad Granados aprendió en este periodo todo lo que le faltaba saber
para acabar de desarrollar
su personalidad, que ya desde entonces eclosiona
sin limitaciones y lo hace ya con obras de mayor envergadura por las
que debía ser conocido por el gran público. A partir del retorno
a
Barcelona es ya un gran pianista y se dedica igualmente a la composición.
La
familia Granados-Gal:
Profesionalmente, Granados
interpretó el primer concierto importante
en el "Teatro Lírico" el 19 de abril de 1890, el
primero una serie de recitales que tenían como finalidad
darse a conocer. Emprende una gira por una serie de ciudades de Catalunya y
también en Madrid, con muy buen pie.
Pero pronto dio a su vida un giro
especial. Conoce a Empar Galo Llobera, que era hija de un pequeño industrial.
Granados no perdió demasiado tiempo, porque en junio de 1893 se casaron
en la
Iglesia de la Merced de Barcelona y en julio del
año siguiente nació su
primer hijo, a quien pusieron el nombre de Eduard en honor de su benefactor el
Sr. Eduardo Conde. Después vinieron más, Solita, Enric, Víctor, Natàlia y Paquito
el último, que nació en 1901. Una familia que Granados
amaba entrañablemente.
Entonces debe compaginar la vida familiar con la profesional.
Las familias más vinculadas desde siempre a los Granados, serían especialmente
los Conde, Miró, Pi i Sunyer y Andreu, que serían sus
segundos mecenas. Las
hijas de este último, Carme, Madronita y Paquita fueron
sus discípulas aventajadas en
la carrera de piano.
Dedicó buena parte del tiempo a la composición y a la
familia ya que estuvo un largo periodo sin dar conciertos. En este periodo
trabaja en la ópera Maria del Carmen, (estrenada en el Teatro Circo de Parish de
Madrid en 1898), la Serenata para dos violines, un Trío para
violin, violoncelo y
piano, la Carta de amor, dedicada a Amparo y la suite Valses Poéticos, dedicada
a Joaquim Malats.
Con respecto a su obra más popular Goyescas, en principio
sería una recopilación de piezas inspiradas en Goya y su entorno, interpretadas
durante mucho tiempo como una suite pianística. En vista del
éxito que tenían, su amigo Ernest Schelling le sugirió hacer una versión para
ópera, pero no se terminará hasta 1913, cuando el maestro
estaba en el nivel más alto de la fama.
Durante un largo periodo de tiempo,
Granados vive la vida familiar, que combina con la composición, prodigándose menos
en ofrecer conciertos. Aparece nuevamente cara al público en noviembre de 1895,
dónde toca la Rapsodia española del maestro Albéniz, en un concierto
especialmente regionalista, además de memorable por la cantidad de
personalidades que reunió. Estaban entre otros
Albéniz, Nicolau y Morera.
Podemos situar en este momento la consagración definitiva del maestro.
Entre los
años 1896 y 1897 participa en unas audiciones de sonatas con el violinista belga
Mathieu Crickboom, integrándose en el cuarteto del mismo nombre, fundado por
el violinista. Junto con Pau Casals serían los primeros virtuosos invitados. También
funda el 1899 la "Sociedad de Conciertos Clásicos". La
intensa actividad se
resintió una temporada, impidiéndole
acabar unas oposiciones a una plaza de
profesor del conservatorio de Madrid.
La capacidad didáctica de Granados:
En 1901
crea la "Academia Granados", primero en
la calle Fontanella y posteriormente en la calle Girona
chaflán Caspe. Esto causó un gran disgusto a Crickboom, pues la colaboración de
Granados en su cuarteto se resintió, al emplear Granados
mucho tiempo en la docencia. Las
peculiaridades de la escuela eran la
atención desde el primer día a la posición del
brazo, la muñeca y los dedos, atención especial en el pedal -
del que llegó a escribir el cuaderno didáctico "Método teórico práctico
para el uso de los pedales del piano" -,
evitar que se adquiriera el más pequeño vicio y si
el alumno procedía de
otra escuela, empezar desde el
principio. También hacía repetir insistentemente los
Ejercicios para cinco dedos, de Bériot, a sus discípulos, pues los consideraba
ideales como precalentamiento. Él mismo decía que los
practicaba siempre antes de tocar.
Persona muy sensible, enseñaba con paciencia, miraba de no enfadarse,
era demasiado complaciente según Boladeres. Más de
una vez en plena lección, pidiendo disculpas al
alumno, anotaba una idea o un pasaje que en aquel momento se
le había ocurrido o incluso lo
interpretaba. Esta labor pronto fue conocida y traspasó fronteras, pues
Granados era muy válido por la docencia. Sobre esta cuestión, anotamos
lo que dice Henri Collarín en "Les
Maîtres de la Musique": "El doble talento de Granados
para enseñar virtuosismo y composición se
agrandó y se desarrolló de tal manera, que
llegó a ser la coronación
precoz de una gloria realmente mundial".
%202%20107%20Alicia%20de%20Larrocha_small.jpg)
De la Academia salieron gran cantidad de artistas de la talla de Mercè Moner,
Anna March, Paquita Madriguera (más tarde la mujer del
guitarrista Andrés Segovia), Ferran Vía, Franck Marshall, Juli Pons,
Baltasar Samper, Ricard Vives, Josep y Empar Iturbi, Josep Caminals y un largo
etcétera.
Con la prematura muerte de Granados el 1916, no se
acabó ni mucho menos la Academia, pues Franck Marshall asumió
con éxito la dirección definitiva, puesto que Eduard, un hijo del maestro,
estuvo sólo tres años al frente. Desgraciadamente murió a
los treinta y cuatro años de unas fiebres tifoideas.
Sólo entonces pasó a denominarse "Academia Marshall" (nombre que mantiene
actualmente). Este supo transmitir perfectamente a sus
alumnos lo mismo que Granados le había enseñado. Nombres
como Alicia de Larrocha, Rosa Sabater, María Vilardell, Carlota Garriga, Joan
Tuesta y muchos otros, bebieron en
las fuentes que el maestro había abierto. De la
"Academia Granados", surgió lo que
posteriormente se denominó "Escuela Granados", pues por
la técnica y los planteamientos que enseñaba podemos decir que, junto con Isaac
Albéniz, fue el creador de la moderna escuela catalana de
piano.
La plenitud vital:
La actividad
musical de Granados coincidió con el triunfo del
modernismo. Su armonía refinada estaba al servicio
de una estética romántica con influencias de
Schumann y de Listz. Su música está impregnada de un
quehacer señorial y una elegancia desbordante, sin fisuras.
Interpretando al piano era sobrio, sin ninguna arrogancia en el gesto ni en la
figura, lejos de amaneramientos,
sin innecesarios balanceos sobre el teclado, sino que permanecía recto y serio
con la cabeza bien alta. Su sensibilidad personal la transportaba al piano.
Su amigo y mecenas, el doctor Andreu, le financió en 1912
la sala de conciertos de la
Avenida del Tibidabo 18, que era donde hacía que sus alumnos tuvieran su primer
contacto cara al público.
%202%20110%20Conxita%20Badia_small.jpg)
Entre sus alumnas estaba Conxita Bahía, una joven que en
principio estudió el piano con bastante lucimiento, pero en la que Granados
descubrió unas dotes extraordinarias para el canto.
Consideró ineludible que dejara el piano y se dedicara exclusivamente a su
estudio, pues vio que sería imperdonable no hacerlo. La
alumna hizo caso del maestro y llegó a desarrollar una extraordinaria carrera
musical.
El 1 de abril de 1911 se
estrenó en la Salle Pleyel de París "Goyescas"
que todavía era una suite para piano, con un gran éxito. El Sr. Pleyel le pidió
repetir el concierto cuatro días después, repitiéndose el gran
éxito. Entusiasmado, le regaló el piano de gran cola dónde había tocado
los dos conciertos. Este piano se conserva en el Centro
de Documentación Musical de la Generalitat de Catalunya.
Desde aquel momento Goyescas acaparó especial atención en
los ámbitos musicales. Joaquim Malats, Alfred Cortot, Edouard Risler y otros
artistas la mencionan en su
correspondencia. En una carta dirigida a Joaquím Malats, Granados había
reseñado: "Goyescas es el pago a mis esfuerzos por llegar;
dicen que he llegado. En Goyescas he encontrado toda mi personalidad; me
enamoré de la psicología de Goya y de su paleta, por tanto de su maja, señora;
de su majo aristocrático, de él y de la duquesa de Alba; de sus pendencias, de
sus amores, de sus requiebros. Aquel blanco rosa de sus mejillas, contrastando
con las blondas y terciopelo negro con alamares… aquellos cuerpos de cintura
cimbreante, manos de nácar y carmín posadas sobre azabaches; me han
trastornado, Joaquín. En fin tu verás si mi música suena a color
de aquel".
Ernest Schelling ya hacía tiempo que le había sugerido la puesta en escena de la
obra. Al fin y al cabo hizo que finalmente Granados madurara la idea, y
se decidiera a hacerlo, poniéndose a orquestar de
inmediato.
Paralelamente, se encargó el libreto
a Fernando Periquet, antiguo colaborador con el texto de las canciones de
Tonadillas. Sabemos que la obra fue orquestada entre
Barcelona y Vilassar de Mar, en una casa que había alquilado. A finales del 1913
quedó la obra lista. Hechos los pertinentes trámites, la
obra debía estrenarse en la Ópera de París en los
primeros meses de 1915, tal y como confirmaba entusiasmado su director M.
Jacques Roucher en una misiva de fecha 22 de junio de 1914. Aquel estreno debía
ser la consagración mundial del artista. Todo iba sobre ruedas.
El estreno de Goyescas, la Gran guerra y sus consecuencias:
Pero estalló la guerra europea
en el mismo año y aquello cambiaba los planes trazados para el estreno de
Goyescas, que ya no podía ser en París tal y como estaba programado.
Entonces Schelling se movió rápidamente y buscando el momento oportuno y
las personas adecuadas, siendo él parte interesada, y siempre solícito con
su amigo, consiguió que el Metropolitan Opera House de Nueva York, la
incluyera en su programa para la temporada 1915-1916. Además coincidiría
allá con Pau Casals, a quien se le pidió que hiciera los primeros ensayos
con la orquesta.
Vivió con nerviosismo el cambio de planes, pues efectivamente no era el
momento más apropiado para hacerse a la mar. "En este viaje dejaré la
piel", había exclamado en broma en algún momento. Finalmente Granados
y Amparo zarpan del muelle de Barcelona en noviembre de 1915 en el barco
"Montevideo" dónde va también el guitarrista Miguel Llovet, cosa que les
permitirá hacer la travesía más entretenida hablando de cosas de
Barcelona. Hacen escala en Cádiz y el 30 del mismo mes salen
definitivamente hacia alta mar.
Por una carta que Granados escribió a sus hijos al llegar a Nueva York,
sabemos que los paró un crucero de guerra francés, el "Cassard", incidente
que no tuvo ninguna importancia, pero que consiguió intranquilizar al
pasaje. Una vez pasado el momento de nerviosismo, Granados exclamó con su
proverbial sentido del humor: "Si nos vuelven a parar, bajo!". En a
la misma carta describe el viaje: "…debíamos estar 10 días y hemos
estado 15. Unas cuántas horas de calma y el resto un temporal que no se
acababa nunca. Creíamos que no os volveríamos a ver. Una tarde, vuestra
madre y yo, nos abrazamos y rezamos para que Dios os guiara…".
Llegaron a Nueva York el 15 de diciembre. Rápidamente empieza los ensayos
con la orquesta, con la cual, tal y cómo estaba previsto Pau Casals ya
había trabajado.
Antes del estreno, el 23 de enero ofreció un concierto con el famoso
violonchelista en la sociedad "The friends of Music". Graba algunos rollos
de pianola para la compañía Aeolian, además de acudir a todos los lugares
dónde es invitado. El hecho de tener un artista europeo en aquel momento
en Norteamérica era un lujo y le sometían a todo tipo de halagos. Pocos
días antes del estreno el empresario consideró que a la obra le faltaba un
interludio y así se lo comentó a Granados. En una noche escribe el
compositor la que debía ser su última obra y una de las más conocidas,
pero no queda demasiado satisfecho. Se lo comenta a Casals: "He hecho
una cosa de mala fe, vulgar, de cara al público. Me ha salido una jota!"
La respuesta de Casals lo tranquiliza: "Perfecto –le dice-. No era
aragonés, Goya?". Joan Alavedra escribirá más adelante: "… cada vez
que Casals toca este interludio, con aquel suspiro de tristeza que acaba
la obra, parece que diga "Adiós!" a su amigo.
Finalmente llega el tan esperado día del estreno. Dirige la orquesta el
maestro Gaetano Bavagnoli, el coro Giulio Setti y el vestuario y decorados
están a cargo de Antonio Rovescalli. Los aplausos se prolongan aquella
noche, pero el día siguiente parte de la crítica se lanza sobre él,
acusándolo de presuntuoso y despreciando la obra, que más que una ópera,
dicen, resulta un poema sinfónico "con una parte de canto más o menos
feliz, adaptado a un libreto pobre". Otros hablando del "…nervio, de la
poesía, el hechizo misterioso, la riqueza y el color , el movimiento, la
habilidad en la composición polifónica, las estridencias…". El caso es que
Goyescas se representó tan sólo cinco veces. Económicamente resultó
catastrófico, pero esto no quitó protagonismo al personaje. Incluso fue
invitado por el presidente Wilson a la Casa Blanca.
Para atender la invitación se ve obligado a cambiar los pasajes a Europa.
Por la prisa de volver con los hijos, que hace tres meses que no ven,
toman pasajes en dos barcos: El "S.S. Rotterdam" (holandés), para ir de
Nueva York hasta Falmouth, y el "Sussex" (británico), de Folkestone a
Dieppe. El día 7 de marzo interpreta el concierto en la Casa Blanca y el
día siguiente hay una comida en la Embajada española. Allá el embajador
Juan Riaño le hace ver que es una temeridad viajar en un barco
beligerante. Hay intentos de cambiar los billetes, pero ya no hay tiempo y
así fue como poco después, el día 11 de marzo el matrimonio Granados zarpa
de Nueva York.
La despedida en el muelle fue impresionante. Fueron muchos amigos y
artistas, entre ellos Shelling, Kreisler y Paderewski. Le hacen entrega de
una copa de plata conmemorativa del acontecimiento, en la cual están
grabadas las firmas de todos ellos y un pasaje de Goyescas, con cuatro mil
cien dólares dentro. Llegan A Falmouth el día 19, y visitan Londres. El
día 24 salen de Folkestone con el barco "Sussex", de la Compañía de
Ferrocarriles del Estado Francés a las 13,15 horas. Dos horas después el
barco es torpedeado por un submarino alemán.
A tenor de lo que se puede leer en el "Boletín de información para España
y América del Sur" del mes de junio de 1916, eran las 14,50 horas cuando
se pararon los relojes de a bordo, lo que parece indicar la hora de la
catástrofe. El barco fue partido por la mitad, y la proa desapareció
rápidamente mientras la popa quedaba a la deriva, siendo posteriormente
remolcada hasta Boulogne, según explicaron los supervivientes. El número
de muertos se estima en unos ochenta, entre ellos el matrimonio Granados,
los despojos de los cuales no se han encontrado nunca. En la parte
remolcada que no se hundió estaba la cabina del matrimonio, con todo el
equipaje. Todo hace pensar que, de haber estado allí en el momento del
impacto, las cosas hubieran sido diferentes.
Joan Alavedra explica que de todos los homenajes que se le hicieron, es
especialmente emotivo el que organizó Pau Casals en el mismo Metropolitan
donde Granados había saludado al público días antes. Actuaron junto con
él, Kreisler, Paderewsyi, Maria Barrientos, Julia Culp y el tenor
McCormack. Como despedida, con gran respeto y todo el mundo en pie,
Paderewski tocó a la memoria de Granados la Marcha fúnebre de Chopin, con
todas las luces del teatro apagadas y con sólo un candelabro encendido
cerca del piano. Granados murió pocos meses antes de cumplir 49 años. Su
gran amigo Albéniz pocos días antes.
Comentarios sobre la
vida y la obra de Granados:
•
Ricard Viñes, compañero
de estudios y gran amigo dice:
"El carácter de Enric era de
un optimismo
y de
una alegría tal, que
en seguida la
contagiava a
los que le
rodeaban, debido a sus
ocurrencias y risas".
• Dice
Joan Alavedra: "Yo he creido siempre que Granados fue un hombre feliz.
Y
no me refiero a
sus éxitos…, sinó a las emociones que le causaba
una receptividad excepcional, que en
él se
traducía inmediatamente en musica… le
fluye de manera natural…
con sus grandes ojos soñadores, va por
la calle
escuchando música
hasta el extremo que,
con frecuencia debe pararse y escribir compases en los
puños blancos de su camisa".
•
Dice
su maestro Felip Pedrell en un escrito a "La Vanguardia": "Nuestras
lecciones, de lecciones tenían bien poco; eran conversaciones,
o menos todavía, charlas entre compañeros con más humor que consejos. Yo
sentía que cuando hablábamos de problemas técnicos un
tanto complicados, se cerraba en sí mismo muy
concentrado; y en darme cuenta que la regla seca y fría no tenía
cabida en su inteligencia, decidí no hablarle nunca jamás de reglas,
resoluciones y jeroglificos técnicos, sino de gusto
delicado y cultivado, no preocupándome de nada más, sólo de dirigir tan
excepcional inteligencia."
•
Conxita Bahía decía: "Hay una manera de tocar, un estilo Granados".
• El crítico parisiense G. Jean Aubry escribe al hacer la
crítica del concierto dado en la Sala Pleyel el día
5 de abril de 1911: "Granados interpreta sus obras de manera desesperante
para los mejores pianistas, y con una intención tal, que nadie las conoce
muy bien si no se las ha oido tocar a él. Estoy
convencido de que nos encontramos con lo mejor que
la música de piano ha producido en España desde la
muerte de Albéniz."
•
El
pianista Edouard Risler habla de la "…intención de cada frase, el
matiz de cada acento sin perder nunca la línea expresiva, el
amplio contorno de la obra…"
•
Claude Debussy dijo de él: "Llevaba de una manera gentil una testa
genial que se no puede olvidar fácilmente".
•
El
músico y amigo Joaquim Nin era gran admirador de Granados: "… y me
sedujo su exuberante imaginación…, su desconcierto improvisado, su
nobleza…, sus grandes ojos siempre a punto de llorar, de risa, admirarse o
sorprenderse de todo…" recoge Henri Collarín en su
libro Albéniz y Granados.
Honores
y condecoraciones
que se le otorgaron:
•
La
Cruz de la Légion d'Honneur.
(Francia)
•
Las
Palmes de la Academia. (Francia)
•
La
Placa de Comendador de la Orden Civil de Alfonso
XII. (España)
•
La
Cruz de Caballero de la Orden de Carlos
III. (España)
•
La
medalla de plata de las artes y de las letras de
The Hispanic Society of América, en Nueva York antes del
estreno de Goyescas el 16 de enero de 1916.
(U.S.A.)
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