Retratos de Enric
Granados

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Obra:
M�sica para piano:
-Clotilde (mazurca)
-Elvira (mazurca)
-A la antigua
(bourr�e)
-Carta de
amor
-Valses po�ticos
-Carezza
(vals)
-Valse de concert
-Exquise (vals
gitano)
-Minuetto de la
felicidad
-El amor de la Virgen
-Impresions de viaje
-Seis marchas militares (de
las que dos son para
cuatro manos)
-Rapsodia aragonesa
-Capricho espa�ol
-A la cubana
-Moresca
-Danza lenta
-J�cara
(danza)
-En la aldea (ocho
piezas para cuatro manos)
-Danza gitana
-Canci�n y danza
-Danzas para cantar y bailar
-Doce danzas espa�olas (1890 - Para piano, tres orquestadas por Joan Lamote de Grignon):
�Galante
�Orientale
�Fandango
�Villanesca
�Andaluza
�Rondalla aragonesa
�Valenciana
�Sardana
�Rom�ntica
�Melanc�lica
�Arabesca
�Bolero
-Seis piezas sobre cantos
populares espa�oles
-Escenas rom�nticas (1903
- ocho piezas):
�Mazurca
�Berceuse
�Alegretto
�Mazurca
�Allegro appassionato
�Ep�logo
-Escenas po�ticas
(dos series)
-Libro de horas
-Bocetos (1912):
�Despertar del cazador
�El hada y el ni�o
�Vals muy lento
�La campana de la tarde
-Cuentos de la juventud
-Escenas infantiles
-Allegro de concierto (1903)
-Allegro apassionato
-Fantas�a
-Paisaje
-Romeo y Julieta
-Goyescas
(1911 - Suite para piano - seis
piezas
posteriormente orquestadas):
�Los
requiebros
�Coloquio en la reja
�Duo de amor
�Quejas o La maja y el ruise�or
�El amor y la muerte (balada)
�Ep�logo, serenata del espectro
-Obras f�ciles para la
educaci�n del sentimiento
-Seis estudios expresivos en
forma de piezas f�ciles
-Dos impromptus
-Impromptu y barcarola
-El pelele
-A la pradera
-El crep�sculo
-Ni as� la distingue
-El tango de los ojos
verdes
M�sica
de c�mara:
-Sonata para viol�n y piano
-Sonata para violoncelo y piano
-Trio para piano, viol�n i violoncelo
-Cuarteto para dos violines,
viola y violoncelo
-Romanza (cuarteto
de cuerda)
-Serenata (dos
violines y piano)
-Quinteto para piano y cuerda
-Andante (viol�n
y
piano)
-Primera romanza
(viol�n y piano)
-Madrigal
(violoncelo y
piano)
-Trova (violoncelo
y
piano)
-Oriental (oboe
y cuerda)
-Escena religiosa
(viol�n, organo, piano
y timbal)
-Tres preludios
M�sica para orquesta:
-Dante o La
Divina Comedia (1908 - poema sinf�nico)
-La nit del mort
(La noche del muerto 1912 - suite)
-Elisenda (1912
- suite)
-Navidad
-Suite oriental
-Suite sobre cantos
gallegos (cinco tiempos)
-Llegenda de la fada (Leyenda
del hada)
-Marcha de los vencidos
-Torrijos
-Danza gitana
-Serenata
-Esbozos de dos conciertos
y una sinfon�a
-Interludio de Goyescas
(1916 - �ltima obra)
M�sica vocal:
-Canciones amatorias (1915
- para voz y piano - texto, F. Periquet):
�Desc�brase el secreto
�Ma�anica era
�Mira que soy ni�a
�Gracia m�a
�Iban al pinar
�No llor�is ojuelos
-Tonadillas
(1910):
�Amor y odio
�Callejeo
�El majo discreto
�El majo t�mido
�El mirar de la maja
�El tra-la-la y el punteado
�La maja de Goya
�La Maja Dolorosa I, II, III
�Ay majo de mi vida!
�Oh muerte cruel
�De aquel majo amante
�Las currutacas modestas
�Si al retiro me llevas
�El majo olvidado
-Boires baixes (Nieblas
bajas)
-L'ocell profeta
(El p�jaro profeta - texto: Condesa del
Castell�)
-Elegia eterna i
Lo rey y'l juglar (Elegia eterna y El rey i el
juglar - texto: Apel�les Mestres)
-Can�oneta (Cancioncilla)
-Canci�n del pestill�n
-Can�� de Janer (Canci�n de Enero)
-Cant de les estrelles
(Canto de las estrellas; coro, organo
y piano)
M�sica esc�nica:
-Maria del Carmen
(1898 - Opera - texto: Josep Feliu i Codina)
-Goyescas (1916 - Opera - texto: F. Periquet)
-Ovillejos
-Miel de la Alcarria
-Blancaflor
(texto:
Adri� Gual)
-Petrarca
-Picarol (1901)
-Follet (Fauno - 1903)
-Gaziel (1906)
-Liliana, (1911 - texto: Apel�les Mestres)
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Biograf�a:
Los primeros a�os:
Nace en Lleida el 27 de Julio de 1867. Sus
padres fueron Calixto Granados y Enriqueta Campi�a. �l era capit�n del
ej�rcito, de origen cubano, que poco tiempo despu�s de haber nacido Enric,
fue nombrado gobernador militar en Santa Cruz de Tenerife. Esto hace que
el primer entorno de la ni�ez del futuro maestro, tal y como le gustaba
recordar muchos a�os despu�s, fuese un peque�o huerto de naranjos y
limoneros que ve�a desde la ventana de su casa y el aroma de la flor del
azahar. Sol�a decir de estos primeros a�os que entonces viv�a en un
verdadero para�so.
Un d�a el padre sufri� una ca�da del caballo mientras cabalgaba y aquello
trajo como consecuencia que la familia se trasladara a Barcelona. Estamos
en 1874 y el peque�o Enric tiene siete a�os.
Sus padres ya se hab�an dado cuenta que el chico reaccionaba de una manera
especial al oir m�sica y disfrutaba con ella de una manera inusual en una
persona de su edad. Un compa�ero de su padre era el capit�n Josep Junceda,
al comentarle el hecho, se ofreci� a darle las primeras lecciones de
solfeo. El chico progres� r�pidamente y pronto se hizo patente la
necesidad de buscarle un profesor de piano pues el peque�o Granados
demostraba una vocaci�n innata por la m�sica. Formaba parte entonces de la
Escolania de la Merced y all� el maestro Francesc Xavier Jurnet acept�
darle clases. Al cabo de poco tiempo, Jurnet estaba muy satisfecho de los
progresos de su alumno al que ense�aba absolutamente todo lo que el sab�a.
Quiz�s la muerte reciente de su padre (que caus� un gran desconsuelo en el
peque�o) despert� en �l la responsabilidad, al ser uno de los hermanos
mayores de la numerosa familia, y le estimul� para dar todo lo que pudiera
de s� mismo. El hecho es que estudiaba hasta diez horas diarias, con la
ayuda de su madre, repasando una y otra vez todas las piezas que Jurnet le
hab�a podido ense�ar. Tambi�n a menudo tocaba para los amigos y conocidos
que los visitaban para escuchar al "ni�o prodigio", tal y como le
denominaba un joven pianista llamado Pic�, que ven�a muy asiduamente. Fue
este quien habl� a su madre de las cualidades que ve�a en el peque�o
Granados y le hizo ver la necesidad imperiosa de ir a visitar el maestro
Pujol.
La Academia Pujol:
En aquella �poca Joan Baptista Pujol era considerado el mejor profesor de
piano de Barcelona. Bajo su direcci�n estudiaran, entre otros,
Alb�niz,
Malats y Vidiella. Con el tiempo, entre estos tres y Granados arraig� una
profunda amistad y admiraci�n compartidas. "La Academia Pujol" era la
forja de esta escuela catalana para pianistas y all� se present� un buen
d�a la se�ora Granados con su hijo para ver al director. Este pidi� al
joven Granados que tocase alguna pieza. No sabemos qu� toc� el joven
Granados, pero deb�a de hacerlo muy bien, porque no fue necesario insistir
m�s porque inmediatamente Pujol accedi� a tenerlo como alumno. Entre ambos
naci� una total compenetraci�n. Granados aprendi� todo y m�s con una
avidez y unas dotes innatas que no pasaron desapercibidas al maestro.
Pujol pens� inmediatamente en la presentaci�n del aventajado alumno a uno
de los famosos concursos de la Academia para pianistas noveles, una de los
hitos para j�venes revelaciones. Dijo a su pupilo que se aprendiera la
Sonata en sol menor de Schumann, para lo cual Granados trabaj� en cuerpo y
alma. Era el a�o 1882 y ten�a quince a�os al presentarse al concurso. Como
no pod�a ser de otra manera, le otorgaron el primer premio. Seg�n sol�a
comentar con posterioridad esta Sonata era la primera obra "decente" que
interpretaba.
Trabajo
para
subsistir:
Para poder ayudar al sustento de su
casa (diez
personas que estaban con cargo a su madre, entre hijos y nietos), Granados se busc� trabajo
consiguiendo un
puesto de pianista en el "Caf� de las delicias",
que m�s tarde cambi� el nombre por el de "Lion d'Or", entreteniendo con m�sica a los clientes,
cosa que era corriente en los locales elegantes de la ciudad. Ganaba
cien pesetas al mes.
Tambi�n trabaj� un
tiempo en un caf� de la calle Hospital, el "Caf� *Filipino", donde
acompa�aba a los espont�neos que sal�an a cantar o a tocar instrumentos
diversos, como pod�an ser el viol�n, la trompeta, etc.
M�s adelante, adem�s,
dio clases a los hijos de Eduardo Conde, que era el propietario de los
almacenes "El Siglo", gracias a la intervenci�n de su hermano Zoe que
hizo de mediador y a la Sonata de Schumann, que interpret� a manera
de prueba para el Sr. Conde, quien qued� impresionado por la genialidad
del joven maestro.
Paralelamente, escribe sus primeras composiciones. Sus
famosas Doce danzas espa�olas datan de 1883, hecho que le gustaba recalcar
a�os despu�s cuando fueron conocidas por el p�blico. Este mismo a�o tiene
una importancia trascendental para su carrera de compositor, puesto que
profundiza sus conocimientos musicales de la mano de
Felip Pedrell,
el music�logo y pedagogo m�s importante del momento en Catalunya. Finalmente
hab�a encontrado el gran maestro que su personalidad reclamaba para
lanzarse con los m�s s�lidos conocimientos a la fama y reconocimientos que
le estaban esperando en todos los ambientes musicales.
La
etapa
Parisina:
Eduardo Conde era, adem�s, un buen mel�mano, que
comprendi� desde el primer
momento la val�a de Granados, autoproclamandose mecenas suyo
incondicionalmente. Conde pens� que le hac�a falta una estancia en Par�s,
inexcusable en aquellos tiempos para seguir las
nuevas tendencias musicales. Conde se hizo cargo del desplazamiento
y de todos los gastos por el tiempo que hiciera falta, y as� fue como Granados
con veinte a�os, se sit�a en Par�s.
All� pas� de todo. Poco tiempo despu�s de
llegar contrajo unas fiebres tifoideas, de las
que tard� tres meses en curarse totalmente. Esto va impedirle matricularse
en el
Conservatorio, pero estudi� por libre
en el curso Schaller. Es muy
posible que este aparente inconveniente resultara a la larga beneficioso,
puesto que de esta manera su temperamento de
artista no estaba sujeto a
horarios inoportunos.
En Par�s coincidi� con el que seria gran pianista Ricard Vi�es, tambi�n
leridano, excompa�ero de la Academia Pujol.
Convivieron durante una buena
parte de su estancia en el "Hotel
de Cologne et d'Espagne". Gracias
a Vi�es conocemos muchas an�cdotas de este
per�odo. Otro compa�ero
inseparable de aquellos tiempos era Malats,
ninguno de los tres se
perd�a las lecciones de Charles de B�riot, que segu�an con verdadera
vehemencia. Pero despu�s, como buena juventud, se
divert�an todo lo que pod�an.
Los escritos de Vi�es dan constancia de que
aquellos tiempos ser�an los m�s felices de la juventud de los tres.
Los
alumnos del Conservatorio daban sus audiciones en la
"Salle Erard" y all�
Granados y Vi�es tocaron juntos p�blicamente por primera vez, bien piezas para
dos pianos, o piezas de Chopin, Schumann, Grieg y Bizet.
Pese a que estudiaban muchas horas al d�a, tambi�n frecuentaban los
Conciertos *Lamoreux, la "Com�die Fran�aise"
y pedaleaban por Par�s en un inveros�mil triciclo que hab�an alquilado.
Tambi�n Granados se aficion� a la pintura, puesto que cenaba los domingos
en casa de
Francesc Miralles, muy cotizado ya, (hab�an sido vecinos de peque�os
en la
Rambla de Catalunya), donde curioseaba entre las pinturas y los caballetes. M�s
adelante, estas incursiones servir�an para idear algunos bocetos para sus
obras. Esta etapa se acab� en julio de 1889. Musicalmente, con toda
seguridad Granados aprendi� en este periodo todo lo que le faltaba saber
para acabar de desarrollar
su personalidad, que ya desde entonces eclosiona
sin limitaciones y lo hace ya con obras de mayor envergadura por las
que deb�a ser conocido por el gran p�blico. A partir del retorno
a
Barcelona es ya un gran pianista y se dedica igualmente a la composici�n.
La
familia Granados-Gal:
Profesionalmente, Granados
interpret� el primer concierto importante
en el "Teatro L�rico" el 19 de abril de 1890, el
primero una serie de recitales que ten�an como finalidad
darse a conocer. Emprende una gira por una serie de ciudades de Catalunya y
tambi�n en Madrid, con muy buen pie.
Pero pronto dio a su vida un giro
especial. Conoce a Empar Galo Llobera, que era hija de un peque�o industrial.
Granados no perdi� demasiado tiempo, porque en junio de 1893 se casaron
en la
Iglesia de la Merced de Barcelona y en julio del
a�o siguiente naci� su
primer hijo, a quien pusieron el nombre de Eduard en honor de su benefactor el
Sr. Eduardo Conde. Despu�s vinieron m�s, Solita, Enric, V�ctor, Nat�lia y Paquito
el �ltimo, que naci� en 1901. Una familia que Granados
amaba entra�ablemente.
Entonces debe compaginar la vida familiar con la profesional.
Las familias m�s vinculadas desde siempre a los Granados, ser�an especialmente
los Conde, Mir�, Pi i Sunyer y Andreu, que ser�an sus
segundos mecenas. Las
hijas de este �ltimo, Carme, Madronita y Paquita fueron
sus disc�pulas aventajadas en
la carrera de piano.
Dedic� buena parte del tiempo a la composici�n y a la
familia ya que estuvo un largo periodo sin dar conciertos. En este periodo
trabaja en la �pera Maria del Carmen, (estrenada en el Teatro Circo de Parish de
Madrid en 1898), la Serenata para dos violines, un Tr�o para
violin, violoncelo y
piano, la Carta de amor, dedicada a Amparo y la suite Valses Po�ticos, dedicada
a Joaquim Malats.
Con respecto a su obra m�s popular Goyescas, en principio
ser�a una recopilaci�n de piezas inspiradas en Goya y su entorno, interpretadas
durante mucho tiempo como una suite pian�stica. En vista del
�xito que ten�an, su amigo Ernest Schelling le sugiri� hacer una versi�n para
�pera, pero no se terminar� hasta 1913, cuando el maestro
estaba en el nivel m�s alto de la fama.
Durante un largo periodo de tiempo,
Granados vive la vida familiar, que combina con la composici�n, prodig�ndose menos
en ofrecer conciertos. Aparece nuevamente cara al p�blico en noviembre de 1895,
d�nde toca la Rapsodia espa�ola del maestro Alb�niz, en un concierto
especialmente regionalista, adem�s de memorable por la cantidad de
personalidades que reuni�. Estaban entre otros
Alb�niz, Nicolau y Morera.
Podemos situar en este momento la consagraci�n definitiva del maestro.
Entre los
a�os 1896 y 1897 participa en unas audiciones de sonatas con el violinista belga
Mathieu Crickboom, integr�ndose en el cuarteto del mismo nombre, fundado por
el violinista. Junto con Pau Casals ser�an los primeros virtuosos invitados. Tambi�n
funda el 1899 la "Sociedad de Conciertos Cl�sicos". La
intensa actividad se
resinti� una temporada, impidi�ndole
acabar unas oposiciones a una plaza de
profesor del conservatorio de Madrid.
La capacidad did�ctica de Granados:
En 1901
crea la "Academia Granados", primero en
la calle Fontanella y posteriormente en la calle Girona
chafl�n Caspe. Esto caus� un gran disgusto a Crickboom, pues la colaboraci�n de
Granados en su cuarteto se resinti�, al emplear Granados
mucho tiempo en la docencia. Las
peculiaridades de la escuela eran la
atenci�n desde el primer d�a a la posici�n del
brazo, la mu�eca y los dedos, atenci�n especial en el pedal -
del que lleg� a escribir el cuaderno did�ctico "M�todo te�rico pr�ctico
para el uso de los pedales del piano" -,
evitar que se adquiriera el m�s peque�o vicio y si
el alumno proced�a de
otra escuela, empezar desde el
principio. Tambi�n hac�a repetir insistentemente los
Ejercicios para cinco dedos, de B�riot, a sus disc�pulos, pues los consideraba
ideales como precalentamiento. �l mismo dec�a que los
practicaba siempre antes de tocar.
Persona muy sensible, ense�aba con paciencia, miraba de no enfadarse,
era demasiado complaciente seg�n Boladeres. M�s de
una vez en plena lecci�n, pidiendo disculpas al
alumno, anotaba una idea o un pasaje que en aquel momento se
le hab�a ocurrido o incluso lo
interpretaba. Esta labor pronto fue conocida y traspas� fronteras, pues
Granados era muy v�lido por la docencia. Sobre esta cuesti�n, anotamos
lo que dice Henri Collar�n en "Les
Ma�tres de la Musique": "El doble talento de Granados
para ense�ar virtuosismo y composici�n se
agrand� y se desarroll� de tal manera, que
lleg� a ser la coronaci�n
precoz de una gloria realmente mundial".
%202%20107%20Alicia%20de%20Larrocha_small.jpg)
De la Academia salieron gran cantidad de artistas de la talla de Merc� Moner,
Anna March, Paquita Madriguera (m�s tarde la mujer del
guitarrista Andr�s Segovia), Ferran V�a, Franck Marshall, Juli Pons,
Baltasar Samper, Ricard Vives, Josep y Empar Iturbi, Josep Caminals y un largo
etc�tera.
Con la prematura muerte de Granados el 1916, no se
acab� ni mucho menos la Academia, pues Franck Marshall asumi�
con �xito la direcci�n definitiva, puesto que Eduard, un hijo del maestro,
estuvo s�lo tres a�os al frente. Desgraciadamente muri� a
los treinta y cuatro a�os de unas fiebres tifoideas.
S�lo entonces pas� a denominarse "Academia Marshall" (nombre que mantiene
actualmente). Este supo transmitir perfectamente a sus
alumnos lo mismo que Granados le hab�a ense�ado. Nombres
como Alicia de Larrocha, Rosa Sabater, Mar�a Vilardell, Carlota Garriga, Joan
Tuesta y muchos otros, bebieron en
las fuentes que el maestro hab�a abierto. De la
"Academia Granados", surgi� lo que
posteriormente se denomin� "Escuela Granados", pues por
la t�cnica y los planteamientos que ense�aba podemos decir que, junto con Isaac
Alb�niz, fue el creador de la moderna escuela catalana de
piano.
La plenitud vital:
La actividad
musical de Granados coincidi� con el triunfo del
modernismo. Su armon�a refinada estaba al servicio
de una est�tica rom�ntica con influencias de
Schumann y de Listz. Su m�sica est� impregnada de un
quehacer se�orial y una elegancia desbordante, sin fisuras.
Interpretando al piano era sobrio, sin ninguna arrogancia en el gesto ni en la
figura, lejos de amaneramientos,
sin innecesarios balanceos sobre el teclado, sino que permanec�a recto y serio
con la cabeza bien alta. Su sensibilidad personal la transportaba al piano.
Su amigo y mecenas, el doctor Andreu, le financi� en 1912
la sala de conciertos de la
Avenida del Tibidabo 18, que era donde hac�a que sus alumnos tuvieran su primer
contacto cara al p�blico.
%202%20110%20Conxita%20Badia_small.jpg)
Entre sus alumnas estaba Conxita Bah�a, una joven que en
principio estudi� el piano con bastante lucimiento, pero en la que Granados
descubri� unas dotes extraordinarias para el canto.
Consider� ineludible que dejara el piano y se dedicara exclusivamente a su
estudio, pues vio que ser�a imperdonable no hacerlo. La
alumna hizo caso del maestro y lleg� a desarrollar una extraordinaria carrera
musical.
El 1 de abril de 1911 se
estren� en la Salle Pleyel de Par�s "Goyescas"
que todav�a era una suite para piano, con un gran �xito. El Sr. Pleyel le pidi�
repetir el concierto cuatro d�as despu�s, repiti�ndose el gran
�xito. Entusiasmado, le regal� el piano de gran cola d�nde hab�a tocado
los dos conciertos. Este piano se conserva en el Centro
de Documentaci�n Musical de la Generalitat de Catalunya.
Desde aquel momento Goyescas acapar� especial atenci�n en
los �mbitos musicales. Joaquim Malats, Alfred Cortot, Edouard Risler y otros
artistas la mencionan en su
correspondencia. En una carta dirigida a Joaqu�m Malats, Granados hab�a
rese�ado: "Goyescas es el pago a mis esfuerzos por llegar;
dicen que he llegado. En Goyescas he encontrado toda mi personalidad; me
enamor� de la psicolog�a de Goya y de su paleta, por tanto de su maja, se�ora;
de su majo aristocr�tico, de �l y de la duquesa de Alba; de sus pendencias, de
sus amores, de sus requiebros. Aquel blanco rosa de sus mejillas, contrastando
con las blondas y terciopelo negro con alamares� aquellos cuerpos de cintura
cimbreante, manos de n�car y carm�n posadas sobre azabaches; me han
trastornado, Joaqu�n. En fin tu ver�s si mi m�sica suena a color
de aquel".
Ernest Schelling ya hac�a tiempo que le hab�a sugerido la puesta en escena de la
obra. Al fin y al cabo hizo que finalmente Granados madurara la idea, y
se decidiera a hacerlo, poni�ndose a orquestar de
inmediato.
Paralelamente, se encarg� el libreto
a Fernando Periquet, antiguo colaborador con el texto de las canciones de
Tonadillas. Sabemos que la obra fue orquestada entre
Barcelona y Vilassar de Mar, en una casa que hab�a alquilado. A finales del 1913
qued� la obra lista. Hechos los pertinentes tr�mites, la
obra deb�a estrenarse en la �pera de Par�s en los
primeros meses de 1915, tal y como confirmaba entusiasmado su director M.
Jacques Roucher en una misiva de fecha 22 de junio de 1914. Aquel estreno deb�a
ser la consagraci�n mundial del artista. Todo iba sobre ruedas.
El estreno de Goyescas, la Gran guerra y sus consecuencias:
Pero estall� la guerra europea
en el mismo a�o y aquello cambiaba los planes trazados para el estreno de
Goyescas, que ya no pod�a ser en Par�s tal y como estaba programado.
Entonces Schelling se movi� r�pidamente y buscando el momento oportuno y
las personas adecuadas, siendo �l parte interesada, y siempre sol�cito con
su amigo, consigui� que el Metropolitan Opera House de Nueva York, la
incluyera en su programa para la temporada 1915-1916. Adem�s coincidir�a
all� con Pau Casals, a quien se le pidi� que hiciera los primeros ensayos
con la orquesta.
Vivi� con nerviosismo el cambio de planes, pues efectivamente no era el
momento m�s apropiado para hacerse a la mar. "En este viaje dejar� la
piel", hab�a exclamado en broma en alg�n momento. Finalmente Granados
y Amparo zarpan del muelle de Barcelona en noviembre de 1915 en el barco
"Montevideo" d�nde va tambi�n el guitarrista Miguel Llovet, cosa que les
permitir� hacer la traves�a m�s entretenida hablando de cosas de
Barcelona. Hacen escala en C�diz y el 30 del mismo mes salen
definitivamente hacia alta mar.
Por una carta que Granados escribi� a sus hijos al llegar a Nueva York,
sabemos que los par� un crucero de guerra franc�s, el "Cassard", incidente
que no tuvo ninguna importancia, pero que consigui� intranquilizar al
pasaje. Una vez pasado el momento de nerviosismo, Granados exclam� con su
proverbial sentido del humor: "Si nos vuelven a parar, bajo!". En a
la misma carta describe el viaje: "�deb�amos estar 10 d�as y hemos
estado 15. Unas cu�ntas horas de calma y el resto un temporal que no se
acababa nunca. Cre�amos que no os volver�amos a ver. Una tarde, vuestra
madre y yo, nos abrazamos y rezamos para que Dios os guiara�".
Llegaron a Nueva York el 15 de diciembre. R�pidamente empieza los ensayos
con la orquesta, con la cual, tal y c�mo estaba previsto Pau Casals ya
hab�a trabajado.
Antes del estreno, el 23 de enero ofreci� un concierto con el famoso
violonchelista en la sociedad "The friends of Music". Graba algunos rollos
de pianola para la compa��a Aeolian, adem�s de acudir a todos los lugares
d�nde es invitado. El hecho de tener un artista europeo en aquel momento
en Norteam�rica era un lujo y le somet�an a todo tipo de halagos. Pocos
d�as antes del estreno el empresario consider� que a la obra le faltaba un
interludio y as� se lo coment� a Granados. En una noche escribe el
compositor la que deb�a ser su �ltima obra y una de las m�s conocidas,
pero no queda demasiado satisfecho. Se lo comenta a Casals: "He hecho
una cosa de mala fe, vulgar, de cara al p�blico. Me ha salido una jota!"
La respuesta de Casals lo tranquiliza: "Perfecto �le dice-. No era
aragon�s, Goya?". Joan Alavedra escribir� m�s adelante: "� cada vez
que Casals toca este interludio, con aquel suspiro de tristeza que acaba
la obra, parece que diga "Adi�s!" a su amigo.
Finalmente llega el tan esperado d�a del estreno. Dirige la orquesta el
maestro Gaetano Bavagnoli, el coro Giulio Setti y el vestuario y decorados
est�n a cargo de Antonio Rovescalli. Los aplausos se prolongan aquella
noche, pero el d�a siguiente parte de la cr�tica se lanza sobre �l,
acus�ndolo de presuntuoso y despreciando la obra, que m�s que una �pera,
dicen, resulta un poema sinf�nico "con una parte de canto m�s o menos
feliz, adaptado a un libreto pobre". Otros hablando del "�nervio, de la
poes�a, el hechizo misterioso, la riqueza y el color , el movimiento, la
habilidad en la composici�n polif�nica, las estridencias�". El caso es que
Goyescas se represent� tan s�lo cinco veces. Econ�micamente result�
catastr�fico, pero esto no quit� protagonismo al personaje. Incluso fue
invitado por el presidente Wilson a la Casa Blanca.
Para atender la invitaci�n se ve obligado a cambiar los pasajes a Europa.
Por la prisa de volver con los hijos, que hace tres meses que no ven,
toman pasajes en dos barcos: El "S.S. Rotterdam" (holand�s), para ir de
Nueva York hasta Falmouth, y el "Sussex" (brit�nico), de Folkestone a
Dieppe. El d�a 7 de marzo interpreta el concierto en la Casa Blanca y el
d�a siguiente hay una comida en la Embajada espa�ola. All� el embajador
Juan Ria�o le hace ver que es una temeridad viajar en un barco
beligerante. Hay intentos de cambiar los billetes, pero ya no hay tiempo y
as� fue como poco despu�s, el d�a 11 de marzo el matrimonio Granados zarpa
de Nueva York.
La despedida en el muelle fue impresionante. Fueron muchos amigos y
artistas, entre ellos Shelling, Kreisler y Paderewski. Le hacen entrega de
una copa de plata conmemorativa del acontecimiento, en la cual est�n
grabadas las firmas de todos ellos y un pasaje de Goyescas, con cuatro mil
cien d�lares dentro. Llegan A Falmouth el d�a 19, y visitan Londres. El
d�a 24 salen de Folkestone con el barco "Sussex", de la Compa��a de
Ferrocarriles del Estado Franc�s a las 13,15 horas. Dos horas despu�s el
barco es torpedeado por un submarino alem�n.
A tenor de lo que se puede leer en el "Bolet�n de informaci�n para Espa�a
y Am�rica del Sur" del mes de junio de 1916, eran las 14,50 horas cuando
se pararon los relojes de a bordo, lo que parece indicar la hora de la
cat�strofe. El barco fue partido por la mitad, y la proa desapareci�
r�pidamente mientras la popa quedaba a la deriva, siendo posteriormente
remolcada hasta Boulogne, seg�n explicaron los supervivientes. El n�mero
de muertos se estima en unos ochenta, entre ellos el matrimonio Granados,
los despojos de los cuales no se han encontrado nunca. En la parte
remolcada que no se hundi� estaba la cabina del matrimonio, con todo el
equipaje. Todo hace pensar que, de haber estado all� en el momento del
impacto, las cosas hubieran sido diferentes.
Joan Alavedra explica que de todos los homenajes que se le hicieron, es
especialmente emotivo el que organiz� Pau Casals en el mismo Metropolitan
donde Granados hab�a saludado al p�blico d�as antes. Actuaron junto con
�l, Kreisler, Paderewsyi, Maria Barrientos, Julia Culp y el tenor
McCormack. Como despedida, con gran respeto y todo el mundo en pie,
Paderewski toc� a la memoria de Granados la Marcha f�nebre de Chopin, con
todas las luces del teatro apagadas y con s�lo un candelabro encendido
cerca del piano. Granados muri� pocos meses antes de cumplir 49 a�os. Su
gran amigo Alb�niz pocos d�as antes.
Comentarios sobre la
vida y la obra de Granados:
�
Ricard Vi�es, compa�ero
de estudios y gran amigo dice:
"El car�cter de Enric era de
un optimismo
y de
una alegr�a tal, que
en seguida la
contagiava a
los que le
rodeaban, debido a sus
ocurrencias y risas".
� Dice
Joan Alavedra: "Yo he creido siempre que Granados fue un hombre feliz.
Y
no me refiero a
sus �xitos�, sin� a las emociones que le causaba
una receptividad excepcional, que en
�l se
traduc�a inmediatamente en musica� le
fluye de manera natural�
con sus grandes ojos so�adores, va por
la calle
escuchando m�sica
hasta el extremo que,
con frecuencia debe pararse y escribir compases en los
pu�os blancos de su camisa".
�
Dice
su maestro Felip Pedrell en un escrito a "La Vanguardia": "Nuestras
lecciones, de lecciones ten�an bien poco; eran conversaciones,
o menos todav�a, charlas entre compa�eros con m�s humor que consejos. Yo
sent�a que cuando habl�bamos de problemas t�cnicos un
tanto complicados, se cerraba en s� mismo muy
concentrado; y en darme cuenta que la regla seca y fr�a no ten�a
cabida en su inteligencia, decid� no hablarle nunca jam�s de reglas,
resoluciones y jeroglificos t�cnicos, sino de gusto
delicado y cultivado, no preocup�ndome de nada m�s, s�lo de dirigir tan
excepcional inteligencia."
�
Conxita Bah�a dec�a: "Hay una manera de tocar, un estilo Granados".
� El cr�tico parisiense G. Jean Aubry escribe al hacer la
cr�tica del concierto dado en la Sala Pleyel el d�a
5 de abril de 1911: "Granados interpreta sus obras de manera desesperante
para los mejores pianistas, y con una intenci�n tal, que nadie las conoce
muy bien si no se las ha oido tocar a �l. Estoy
convencido de que nos encontramos con lo mejor que
la m�sica de piano ha producido en Espa�a desde la
muerte de Alb�niz."
�
El
pianista Edouard Risler habla de la "�intenci�n de cada frase, el
matiz de cada acento sin perder nunca la l�nea expresiva, el
amplio contorno de la obra�"
�
Claude Debussy dijo de �l: "Llevaba de una manera gentil una testa
genial que se no puede olvidar f�cilmente".
�
El
m�sico y amigo Joaquim Nin era gran admirador de Granados: "� y me
sedujo su exuberante imaginaci�n�, su desconcierto improvisado, su
nobleza�, sus grandes ojos siempre a punto de llorar, de risa, admirarse o
sorprenderse de todo�" recoge Henri Collar�n en su
libro Alb�niz y Granados.
Honores
y condecoraciones
que se le otorgaron:
�
La
Cruz de la L�gion d'Honneur.
(Francia)
�
Las
Palmes de la Academia. (Francia)
�
La
Placa de Comendador de la Orden Civil de Alfonso
XII. (Espa�a)
�
La
Cruz de Caballero de la Orden de Carlos
III. (Espa�a)
�
La
medalla de plata de las artes y de las letras de
The Hispanic Society of Am�rica, en Nueva York antes del
estreno de Goyescas el 16 de enero de 1916.
(U.S.A.)
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