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Isaac
Alb�niz a los trece a�os |
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Alb�niz
a los diecisiete a�os |
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Isaac
Alb�niz a los diecinueve a�os |
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Isaac
Alb�niz hacia 1880 |
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Isaac
Alb�niz hacia 1890 |
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Plenitud de Alb�niz al piano |
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Alb�niz
hacia 1905, ya con signos de la enfermedad en el rostro |
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Alb�niz
ya fuertemente tocado por la enfermedad hacia 1908 |
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Obra:
M�sica sinf�nica:
-Suite
caracter�stica para
orquesta (ca.1886)
-Escenas sinf�nicas catalanas (1888-1889)
-La
Alhambra (1896-1897)
-Petit Suite �S�r�nade Lorraine (1898)
-Rapsodia Almog�var (1899)
-Catalonia, suite populaire pour orchestre en trois parties (1899)
M�sica
concertante:
-Rapsodia espa�ola
para piano i orquesta Opus 70 (1887)
-Primer concierto para piano y orquesta
-Concierto fant�stico Opus 78
(1885-1887)
-Segundo concierto para piano y orquesta (inacabado 1892)
M�sica de c�mara:
-Suite de concierto para sexteto (1883)
-Berceuse para viol�n y piano (1890)
M�sica instrumental:
Para
piano
-Marcha militar (1869)
-Pavana f�cil para manos peque�as Opus 83 (1881)
-Serenata napolitana (1882)
-Pavana-capricho Opus 12 (1882)
-Estudio - impromptu Opus 56 (1882)
-Barcarola Opus 23
(1883)
-Sesi peque�os
valses Opus 25 (1884)
-Sonata n� 1 Opus 28 (1884)
-Estudio de concierto Opus 29 (1885, 3 de julio)
-Serenada ar�biga
(ca.1885)
-Suite
morisca (ca.1884)
-Estudio de concierto en Mi menor Opus 21 (1885)
-Deseo, estudio de concierto Opus 40 (1885) "A la meva dona" (A mi
mujer)
-Primera suite antigua Opus 54 (ca.1885)
-Seis mazurcas de
sal�n
Opus 66 (ca.1885)
-Primera suite espa�ola Opus 47 (1883-1894)
-Angustia, romanza sin palabras (1996)
-Segunda suite antigua Opus 64 (1886)
-Siete estudios en los tonos naturales mayores Opus 65 (1886)
-Minueto en Sol menor (1886)
-Tercer minueto (1886)
-Rapsodia cubana en Sol mayor Opus 66 (1886)
-Seis danzas espa�olas (1886)
-Tercera suite antigua (1886)
-Rapsodia espa�ola
para
dos pianos Opus 70 (1886)
-Rapsodia espa�ola Opus 70 (1887)
-Recuerdos de viaje Opus 71 (1886-1887)
-Sonata n� 4 en La mayor Opus 72 (1887)
-Recuerdos, mazurca
Opus 80 (1887)
-Mazurca de sal�n en mi bemol mayor Opus 81 (1887)
-Sonata n� 5 en Sol bemol mayor Opus 82 (1887)
-Vals champagne, vals de sal�n (1888)
-Doce piezas caracter�sticas Opus 92 (1888)
-Amalia, mazurca de
sal�n
Opus 95 (1888)
-Ricordatti, mazurca de sal�n Opus 96 (1888)
-Segunda suite espa�ola Opus 97 (ca.1889)
-Serenata espa�ola Opus 181 (1889)
-C�diz-gaditana (ca.1889)
-Dos danzas espa�olas Opus 164 (ca.1889)
-Espa�a: Seis hojas de �lbum Opus 165 (1890)
-L'Automme-Vals Opus 170 (1890)
-Zambra granadina en Re menor (ca.1890)
-Mallorca, barcarola
Opus 202 (1890) /**/
-R�ves, Sue�os Opus 201 (1890-1891)
-Zorcico en Mi menor (1891)
-Les Saisons (Tambi�n conocido como "Album of Miniatures" (1892)
-Chants d'Espagne Opus 232 (1891-1894)
-Espagne: Souvenirs (1896-1897)
-La Vega (1897)
-Tres improvisaciones en Fa sostenido menor (1903)
-Iberia, "12 nouvelles impressions en quatre cahiers" (1905-1908)
-Navarra (1907)
-Azulejos (Acabada
por Enric Granados
1909)
Obra esc�nica:
�pera
-The Magic Opal
(1892-1893)
-Poor Jonathan (1893)
-Henry Clifford (1893-1895)
-Pepita Jim�nez (1895)
-Mar i cel (Inacabada
1897)
-La S�r�nade (Esbozada
1899)
-Merlin (1897-1902)
-Launcelot (1902-1904)
-Guenevere (Esbozada)
-La morena (Esbozada
1905)
Zarzuela
-Cuanto m�s viejo�
(1881-1882)
-Catalans de Gracia (1882)
-San Antonio de la Florida (1894)
-La real hembra (Inacabada
1902)
M�sica incidental
-Po�mes d'amour
(1892)
-The Song of Songs (Esbozada
1905)
M�sica vocal:
Voz y piano
-Cinco
rimas de
B�cquer Opus 7 (1886)
-Seis
baladas sobre textos de la marquesa de Bola�os (1887)
-Chanson de Barberine (ca.1889)
-A Nelli, sis can�ons per cant i piano (1896)
-Has marxat per sempre, Elena? (1896)
-Seras meva? (1896)
-Separats! (1896)
-Dos fragmentos en prosa (1897)
-Sucede con el amor (1897)
-La
asamblea de les
ratas (Incompleto
ca.1897)
-Los dones de los Dioses (1897)
-La oruga (1903)
-Cuatro canciones (1908)
M�sica coral
-El Cristo
(Manuscrito ilocalizado
ca.1885)
-Domine ne in furore, Salm VI del Oficio de Difuntos (1885)
-Lo Llacs� (Esbozo
1896)
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Biograf�a:
Nacimiento de un ni�o prodigio:
Isaac Alb�niz naci� en Camprodon (Ripoll�s) el 29
de mayo de 1860. Su padre �ngel
Alb�niz era
un funcionario destinado a esta poblaci�n, su madre
Dolors Pacual era originaria de Figueres.

Era un aut�ntico ni�o prodigio pues ya a los cuatro
a�os interpret� en el teatro Romea de Barcelona,
donde sus padres habian ido a residir al
poco de haber nacido, una
fantas�a sobre las "I vespri Siciliani -
Las v�speras Sicilianas" de Verdi .
Su primer maestro fue Narcis Oliveras. M�s adelante, en Par�s a los seis
a�os cursaba estudios con Antoine Fran�ois Marmontel
primero y m�s adelante en el Conservatorio. A los
ocho a�os daba conciertos en muchas poblaciones
catalanas.
Con vocaci�n clara de pianista desde el primer momento, su m�sica la
encontramos en los repertorios de los grandes
int�rpretes, que la han escogido como una clara
referencia de la m�sica popular andaluza para este instrumento.
Los motivos de inspiraci�n andaluza ocupan una
parte importante de su producci�n como compositor - pese a su nacimiento
en Catalu�a, su producci�n de m�sica de
inspiraci�n catalana no es tan abundante -.
Esto no se obst�culo para que
Alb�niz fuera un hombre eminentemente catal�n, de
aquellos que actualmente podr�amos denominar "catal�n universal".
Una infancia muy movida:
Al ser su padre
�ngel
Alb�niz funcionario del estado
Isaac Alb�niz conoci� desde muy peque�o muchos lugares de la
pen�nsula ib�rica. Naci�
en Camprodon porque all� estaba
entonces destinado su padre. Al cabo de tres a�os lo
destinan a Sitges, y s�lo unos pocos meses
m�s tarde a Barcelona. A�os despu�s es
represaliado y va a parar a la oficina de aduanas del puerto de
Almeria, destino que
pierde por sus implicaciones
pol�ticas y la familia
vuelve a Barcelona, pese a que
Isaac (que tiene ocho a�os) se
halla entonces en Madrid (donde
aprobar� el
examen de primero de solfeo en el
conservatorio de la capital). El mes de julio, nuevo
cambio de domicilio, ahora a C�ceres.
Va de C�ceres a Madrid
regularmente para asistir a las clases de solfeo de
Feliciano Primo y de piano por Manuel Mendiz�bal.
Con diez a�os, da recitales con entusiasmo
siempre que le es posible, mientras no deja
de
estudiar.
Su padre vuelve a ser destinado a Madrid,
donde se traslada toda la familia.
Es la �poca
en que se da
a conocer con recitales en Valladolid, Salamanca, Palencia, Le�n, Oviedo,
Avila, El Escorial, un amplio
recorrido por Andaluc�a,
en fin,
un ciudades, pueblos i lugares d�nde ya
empieza a ser pedida la presencia del joven
pianista.
Cuando tiene catorce a�os
su hermana Blanca se suicida en el Parque del Retiro de Madrid,
donde era
miembro del coro del teatro de la Zarzuela.
En 1875 su padre, �ngel
*Alb�niz,
es nombrado "Interventor general
de correos" en Puerto Rico y La
Habana, nuevamente al siguiente
a�o
volver� a perder este trabajo, por lo que volver� a Madrid. Pero para
Isaac todas estas
circunstancias no
son nada m�s que una genial manera de darse a conocer y de
visitar un nuevo
pa�s. Durante este
periodo actu� como pianista en ciudades como San Juan de
Puerto Rico, Santiago de Cuba, as� como en locales
diversos de La
Habana.
Contactos de
alto nivel:
Al a�o siguiente (1876) el
prestigio de
Alb�niz se difunde dentro de los
c�rculos aristocr�ticos de Madrid. En este hecho tiene
una intervenci�n capital
la figura de Guillermo
Morphy Ferris, (Conde
de
Morphy secretario particular de Alfonso
XII), que
entusiasmado por su talento le abri�
las puertas de
la Corte. Este personaje influy�
para que
le fuera
otorgada una pensi�n real para estudiar
en el
Conservatoire Royal de Bruselas, donde perfeccion�
los estudios de solfeo y piano.
A partir de este momento
podemos decir ya, que Alb�niz inicia su
singladura vital independiente de los destinos de trabajo paternos.
Hombre de una imaginaci�n inagotable, su talento agota
el campo de la propia m�sica, incluso le hace
inventarse situaciones y an�cdotas, como
el supuesto encuentro
con Franz Liszt, que en su diario
fecha el 18 de
agosto de 1880 en Budapest, cosa imposible por lo visto, puesto que
Liszt estaba en Weimar por estas
fechas. El exhibicionismo
de ni�o prodigio deb�a de influirle,
como cuando
tocaba con los ojos vendados, o de
espalda al piano, o con un
tejido sobre las
teclas por dificultarlo m�s. Por esto
en su diario, por mucho que
indudablemente nos
ayuda en el
estudio del personaje, no es menos cierto que encontramos muchas situaciones descritas
que hemos de
contemplar con mucha cautela, o cuando menos, saberlas interpretar.
Alb�niz compositor:
En la d�cada de los ochenta,
es decir con 20 a�os cumplidos, profundiza decisivamente
en la
composici�n, sin dejar de pasear su
virtuosismo por muchas poblaciones europeas.
Durante un periodo daba clases a sus disc�pulos (lleg� a tener
una importante clientela de extracci�n
arist�crata), y al final del d�a, pese al
cansancio acumulado, se pon�a a componer p�ginas y p�ginas de m�sica,
puesto que con el editor
Romero y
And�a hab�an firmado un contrato por el que este le pagaba cinco pesetas de la
�poca por
p�gina in�dita. Romero se pensaba que hab�a
hecho un buen
negocio, pero
Alb�niz era tan prol�fico
que pronto el mismo editor le
suplic� que rescindieran el
contrato, puesto que
Alb�niz se las ingeniaba por ofrecerle
diariamente docenas de p�ginas,
que era m�s de lo que
el editor estaba
dispuesto a pagar.
Debemos hacer referencia a la gran cantidad
de manuscritos actualmente perdidos, de los cuales tenemos
notic�a por cartas, documentos,
manifestaciones de gente pr�xima y estudiosos de su
figura. Igualmente nos encontramos con gran cantidad de obras
empezadas, a veces simples bocetos, de una o
dos p�ginas de escritura
que en caso de haberse acabado hubiesen podido ser
verdaderas obras de arte musical.
Esto nos da una idea de la
exuber�ncia
de su car�cter, de la permanente inquietud que lo marc� y de
la
ambici�n por mejorar su expresi�n
musical.
Un vasto cat�logo de su producci�n expuesto
con toda clase de detalles adem�s de una
discografia recomendada la encontramos en el reciente libro "Alb�niz"
del
Music�logo Justo Romero.
El a�o 1883 va a ser muy importante en la vida de
Alb�niz.
Al volver de un viaje
por Sur Am�rica va a establecerse nuevamente en Barcelona donde
conoci� a
Felip Pedrell uno de los m�s grandes m�sicos y compositores
catalanes y gran estudioso de la m�sica
antigua, que lo
convenci� de la necesidad de desarrollar un
estilo musical m�s moderno y profundamente nacional.
Alb�niz, m�sico
Modernista?:
Alb�niz vivi� de pleno
el periodo �lgido del Modernismo
que se desarrolla
b�sicamente entre 1890 y 1910.
Aunque en m�sica es dif�cil hablar en Catalu�a de
una
escuela modernista propiamente dicho (en el mismo sentido que en
Francia, por ejemplo, podemos hablar de
Claude Debussy o Eric Satie), est�
bien claro que las caracter�sticas de su m�sica se
incluyen en este
movimiento, muy orientado a una visi�n popular de las artes y de
la m�sica y a una libertad de creaci�n
que romp�a con la rigidez acad�mica
que hab�a imperado hasta
la eclosi�n del Modernismo y que ya se
hab�a
empezado a manifestar en la obra de Felip
Pedrell.
En este
aspecto representa una aportaci�n importante en la investigaci�n del
Modernismo musical en Catalu�a, la
obra de Xos� Avi�oa y en particular sus llibros "La
m�sica i el Modernisme" y "Modernisme
i Modernistes - M�sica i Modernisme: Definici� i Per�ode -"
(ver Bibliograf�a).
Matrimonio y madurez:
Se casa con su
alumna
Rosina Jordana el
23 de junio de 1883 en la iglesia de la Virgen de la Merced, en
Barcelona. De este
matrimonio nacer�n cinco hijos, cuatro chicas (dos de
ellas muertas a corta edad) y un
chico.
El 1885 el
matrimonio se traslada a vivir a Madrid
En la Exposici�n
Universal de Barcelona del a�o 1888 realiza una serie de conciertos
que lo
catapultan hacia un mayor prestigio art�stico. El hecho
es que el 13 de
junio del a�o siguiente, despu�s
de una fabulosa acogida, act�a en
el Prince's Hall de Londres, d�nde recibe grandes
elogios por parte de la prensa brit�nica; tan
grand es su �xito que se queda en el Reino Unido d�nde
da m�s conciertos - en el Saint
James Hall, en el Steinway Hall y el Crystal Palace - durante
todo aquel a�o.
Ya no hay ninguna duda sobre el
reconocimiento de la val�a de nuestro m�sico, que
nuevamente por estas
fechas decide instalarse en Barcelona,
si bien no ser� ni muchos menos de una
manera estable puesto que
en aquella mente
no hay nada definitivo, pero que con sus compatriotas
reencuentra el
cosmopolitismo que hab�a ido descubriendo
en sus viajes de
juventud.
Su carrera como pianista
llega a su
zenit durante los
a�os 1889-92 en que
adem�s de los conciertos citados en la Gran Breta�a,
celebra otros en
Alemania, Austria, B�lgica y Francia.
Adem�s de en Londres y Barcelona, tambi�n vivi� en Par�s
(donde ense�� en la Schola Cantorum), Bruselas, Niza y
Leipzig entre otras ciudades. Pero fue en Andaluc�a donde capt� la
esencia
de las melod�as del lugar, d�nde cre�
un estilo que
hizo que popularmente diera
m�s la sensaci�n
de haber nacido all�, que no en otro lugar.
La m�sica de Alb�niz,
s�ntesis de estilos:
Seg�n Yale Fineman, Alb�niz introduce en su
m�sica muchos elementos procedentes del sur d e la pen�nsula Ib�rica,
b�sicamente de Andaluc�a, en sus composiciones. Transporta al piano el
idioma de la guitarra. Si comparamos sus primeros trabajos en que la
guitarra es el instrumento b�sico, con uno
de los �ltimos, la Suite Iberia
por ejemplo, constatamos que esta es mucho m�s claramente pian�stica.
Tambi�n las diferencias son notables con respecto a su construcci�n formal
alternando al final las formas de la sonata con las de la copla y esta con
interludios y danzas.
Con Iberia, suite de una extraordinaria complejidad t�cnica, Alb�niz hace
entrar su m�sica en el siglo XX. Enriquece su vocabulario musical que se
hace mucho m�s interesante no s�lo para los mel�manos, sino para el
p�blico en general.
Alb�niz es capaz de combinar elementos de la m�sica europea contempor�nea
con el idioma musical Andaluz y con la m�sica popular Catalana. Pese a
contener estos elementos extranjeros (europeos), su m�sica ser�
entusi�sticamente aceptada por su gente.
Contratos
de composici�n:
Entre los a�os 1890 y 1893, Alb�niz vivi� preferentemente en Londres. En
este periodo, adem�s de continuar la composici�n para piano y la
realizaci�n de conciertos en el mismo Londres y en otras ciudade s
europeas, escribi� algunas operetas y canciones de �xito que le
permitieron ser temporalmente contratado como compositor principal y
director en el Teatro Pr�ncipe de Gales. En el a�o 1893, le ofrecieron
hacer definitivo este nombramiento, pero Alb�niz prefiri� volver a
Barcelona y posteriormente a Par�s.
Entonces Alb�niz ya se hab�a convertido en un punto de observaci�n para
gente que quieren rentabilizar el genio. Hay una competici�n entre varios
empresarios, banqueros y poetas ingleses, que le hacen ofertas econ�micas
sustanciosas, para que musique poemas y dramas ingleses. Finalmente
contacta con un rico banquero ingl�s Francis Money-Coutts (Lord Latymer)
que ten�a la afici�n de escribir dramas po�ticos que quer�a musicar.
Firman un contrato, que era atractivo para Albeniz porque le permit�a
conseguir una estabilidad financiera para �l y su familia. Esta obligaci�n
tiene dos vertientes: por una parte le trae tranquilidad econ�mica que �l
aprecia despu�s de las privaciones de a�os pasados, pero por otro lado
cumple con los contratos sin la inspiraci�n y el sentimien to que hab�a
sentido anteriormente a la hora de componer piezas que eran art�sticamente
muy apreciadas por �l. Quien sabe si a�ora los momentos en que su ilusi�n
le inspir� las peque�as joyas para piano que tan popular lo hicieron,
aunque tuvieran una peque�a o nula rentabilidad, aunque fuese ahora uno de
los m�sicos m�s bien pagados del momento.
No le resultaron f�ciles este encargos. En la m�sica orquestal no
encuentra la magia sonora de un piano solo, y su composici�n se debate
entre las formalidades a que le obligan los diversos instrumentos y la
inspiraci�n que debe buscar a precio alzado. Quiz�s pecaba de autodidacta,
a falta de un academicismo conseguido demasiado a la fuerza.
A este periodo corresponde lo Opera Pepita Jimenez basada en la obra de
Juan Valera, que obtuvo un notable �xito, siendo representada en Barcelona
(1896), Praga (1897), Bruselas (1905) y Par�s (Opera-Comique, 1923).
El
entorno
y los primeros s�ntomas de la enfermedad:
En las tertulias con sus amigos m�sicos (Faur�, Dukas,
Granados, Malats,
Breton entre otros) ped�a siempre su parecer, les preguntaba su
opini�n sobre este o aquel detalle, a pesar de ser ya una personalidad
reconocida. El brillante pianista siempre quer�a aprender, siempre
aprender; aprender m�s para llegar a componer para orquesta con igual
sensibilidad y ligereza que lo hac�a por piano. Al m�sico no le es ajeno
el entorno que le toca vivir.
Tiene una visi�n negativa de su tiempo que se refleja en la
correspondencia que mantiene con su hermana Clementina durante su estancia
en el balneario de Plombi�res el verano de 1898, seguramente debida a que
su salud ya empezaba a manifestar signos de deterioro. Efectivamente,
coincidiendo con sus treinta y siete a�os leemos en su diario un largo
p�rrafo que refleja la situaci�n de un hombre todav�a joven, pero cansado
ya por la madurez vivida y adquirida en su trayectoria vital,
reflexionando sobre s� mismo, sobre si ha hecho o no bien las cosas, en el
reconocimiento de los temores que toda persona siente en su soledad, ya
apagado el rumor de los aplausos y los elogios mundanos. Este redactado
est� escrito en el hotel d�nde se encontraba en Praga, mientras se estaba
ensayando su obra Pepita Jim�nez.
La
enfermedad
mortal:
A pesar de que pas� muchos a�os con su enfermedad tortur�ndolo, no por
esto dej� de componer con toda la fuerza de voluntad del mundo.

Casi durante doce a�os sufri� el Mal de Brigth (nefritis cr�nica), pasando
etapas de crisis agudas, tan es as� que durante una estancia en Inglaterra
en que cay� gravemente enfermo, se extendi� el rumor � infundado - de su
muerte, que pronto qued� desmentido.
En tal momento, el cronista del Heraldo de Madrid, Louis Bonafoux,
escrib�a: "Alb�niz esta con los ri�ones rotos, pero conserva toda su
innata fuerza vital y el optimismo, que lo llevan tercamente a seguir
viviendo, y lo que es m�s grave, a trabajar!". No pod�a este catal�n de
casta hacer otra cosa que trabajar mientras el cuerpo aguantara.
Con este esp�ritu, dej� el mundo de la interpretaci�n y se dedic�
plenamente a la composici�n. Multitud de obras de mayor o menor
envergadura se quedaron en bocetos, muchas se completaron, como es el
caso, entre otros, de "Merlin", "La real hembra" durante el a�o 1902, "Launcelot"
en 1904 y las doce piezas de "Iberia" en 1906 .
Vuelve a viajar por todas partes pese a su padecimiento f�sico. Pero todo
tiene un l�mite.
La
estancia en el balneario de
Cambo-las-bains y la muerte:
Por recomendaci�n de los m�dicos, el 1 d�Abril de 1909, abandona Par�s
d�nde entonces viv�a, y con toda la familia se instala en el balneario de
Cambo-las-Bains (Pa�s Vasco), en busca de un clima m�s adecuado. Se va
haciendo evidente que el final se acerca y las autorizadas dosis de
morfina que se le administran, a duras penas menguan su padecimiento.
Un emocionante encuentro tuvo lugar a primeros de mayo, al recibir la
visita de su apreciado Enric Granados, tray�ndole noticias de buena parte
de sus amigos. Efectivamente, Debussy, Dukas, Faur�, de Indy y el mismo
Granados hab�an pedido al gobierno franc�s la Gran Cruz de la Legi�n de
Honor para �l, condecoraci�n que pronto iban a concederle. Todo esto
escrito en una carta que le entreg� al moribundo. Entonces se abrazaron -
seg�n testigos directos - y ninguno de los dos era capaz de decir nada
llevados por la emoci�n y los llantos, hasta que el mismo m�dico, haciendo
valer su autoridad los separ� para que no siguieran dej�ndose ganar por la
emoci�n. Despu�s se desahogaron en una larga y c�lida conversaci�n en la
que Granados le dio cuenta de los �ltimos hechos musicales, le coment� su
pr�ximo viaje a Estados Unidos para dar a conocer su obra. Alb�niz le pide
que tocara algo al piano. Granados se pone a interpretar "La maja y el
ruise�or", in�dita en aquellas fechas, y mientras lo hac�a, le quiso dar
una sorpresa al amigo, y, sin decir nada, par� su interpretaci�n y empez�
a tocar la barcarola "Mallorca", que era una peque�a pieza concebida
durante un viaje de los dos a las Baleares, una manera de recordar sin
decir nada.
Este d�a que transcurri� en compa��a de Granados fue de los �ltimos en que
Alb�niz se mantuvo l�cido.
Muri� hacia las 8 de la tarde del d�a 18 de aquel mes de Mayo de 1909
faltando pocos d�as para que cumpliera 49 a�os.
Su muerte fue muy sentida. Los restos de Alb�niz estuvieron todav�a unos
d�as en Cambo, d�nde se dirigi� el prefecto de los Bajos Pirineos a
rendirle homenaje y colocar sobre el f�retro la Gran Cruz de la Legi�n de
Honor.
La comitiva parti� para Barcelona, donde lleg� en tren el d�a 5 de junio a
las siete y cuarto del anochecer a la estaci�n de Francia. Se le tribut�
una solemne ceremonia de recibimiento, que se prolong� hasta el d�a
siguiente.
La Banda Municipal de Barcelona toc� la marcha f�nebre del Crep�sculo de
los Dioses de Wagner, el Orfe� Catal� cant� varios pasajes del R�quiem de
Faur�, se interpret� la "Marcha f�nebre" de la sonata n� 2 de Chopin�
Tras los solemnes funerales, la comitiva recorri� las calles engalanadas
con banderas catalanas a media asta e hizo una emocionante parada ante el
teatro de Opera del Liceo. Centenares de personas se unieron a la
ceremonia.
M�s tarde fue enterrado en el cementerio de Montjuic.
Es ineludible preguntarse d�nde hubiera llegado este catal�n universal si
hubiera tenido una m�s larga vida.
Epitafio a Isaac Alb�niz
(Federico Garc�a Lorca):
Esta piedra que vemos
levantada
sobre hierbas de muerte y barro oscuro
guarda lira de sombra, sol maduro,
urna de canto sola y derramada.
Desde la sal de C�diz a
Granada
que erige en agua un perpetuo muro
en caballo andaluz de acento duro
tu sombra gime por la luz dorada.
�Oh dulce muerto de
peque�a mano
�Oh m�sica y bondad entretejida
�Oh pupila de azor, coraz�n sano.
Duerme cielo sin fin
nieve tendida
Sue�a invierno de lumbre, gris verano
�Duerme en olvido de tu vieja vida!
14 de
Diciembre de 1935 |
Comentarios
sobre la vida y
la
obra de
Alb�niz:
� De un largo trabajo publicado por Claude Debussy cuatro a�os tras
su muerte, refiri�ndose a autores ib�ricos, podemos extractar: "�
retengamos entre ellos el nombre de Isaac Alb�niz, incomparable virtuoso
primero, adquiri� despu�s un conocimiento maravilloso de "oficio" musical�
supo sacar partido de la gran melancol�a, del humor especial de su pa�s de
origen (�l era catal�n)� en "El Albaic�n" es d�nde podemos encontrar la
atm�sfera de las tardes de Espa�a con olores de aguardiente y claveles�
lejanos sonidos de guitarra que por la noche se queja� sin copiar con
exactitud los temas populares, los ha escuchado, ha bebido en ellos y los
traspasa a su m�sica, sin que podamos distinguir la l�nea que separa lo
popular de la invenci�n propia�"
� Felip Pedrell dec�a que "Albeniz siente la m�sica por la
telepat�a del teclado del piano". El mismo compositor, en la Revista
musical catalana escribe "Temperamentos como el suyo no son ense�ables,
contienen todo lo que les toca ver, son s�lo digeribles y esto en cierta
medida, por no contener ni echar a perder el h�lito del agua cristalina de
su innata intuici�n".
� Un pianista de la talla de Francis Plant� opinaba de �l: "Existen
los grandes pianistas� Y el gran pianista Isaac Alb�niz".
� Artur Rubinstein aseguraba que "He encontrado el autor que me
hace dar lo mejor de m� como int�rprete� Desde entonces, mis grandes
�xitos van inseparablemente unidos al nombre ilustre y querido de Isaac
Alb�niz".
� Turina dec�a de �l " Catal�n enmoldado en andaluz".
Comentarios y elogios
necrol�gicos:
La muerte de Alb�niz removi� el mundo
musical de la �poca y las muestras de alabanza hacia su persona se
multiplicaron. Recogemos unas cu�ntas.
� Tom�s
Bret�n lo conoci� muy bien en la
d�cada de los ochenta. Fueron los a�os de estancia en Madrid. "Ha
muerto un gran artista, a la vez que un hombre bueno. Aquel era m�s
conocido que este� yo no he conocido un coraz�n m�s bello que el de Isaac
Alb�niz�" escrib�a en un art�culo necrol�gico el 21 de mayo de 1909,
tres d�as tras el deceso y acababa con un suspiro: "Pobre Isaac! Dios
le d� la gloria que, en opini�n de los que lo quisimos y admiramos, se
merece."
� Manuel de
Falla, en una carta a Felip
Pedrell datada en Par�s el 29 de Diciembre del 1909 "Qu� gran p�rdida
hemos sufrido con la muerte de Alb�niz y qu� artista m�s grande era!".
� Su colega y amigo D�odat de
S�verac, que concluy� la
inacabada Navarra, impactado por la noticia de su muerte public� en el
Courrier Musical: "� no pod�as acercarte a �l sin adorarlo, porque era
la generosidad, la lealtad y la amistad viva� todas las cosas bonitas, ya
fueran poes�a, m�sica, pintura, escultura, le emocionaban hasta lo m�s
profundo del coraz�n�(su m�sica) es seductora como una flor de azahar, y
tambi�n tan ardiente como el sol de Espa�a�"
Museo
Isaac Alb�niz en Camprodon:
La poblaci�n
en la que naci� Alb�niz, honra la figura de su ilustre hijo con un peque�o
pero interesante Museo que contiene objetos personales, abundante documentaci�n
entre la que podemos encontrar su certificado de nacimiento, manuscritos
originales, libros dedicados a Alb�niz de su
biblioteca particular i
un facs�mile de la versi�n manuscrita de la Suite Iberia.
Tambi�n podemos ver
numerosos elementos personales como la cama que llevaba en sus
viajes.
Est� all� su primer piano - que pod�is ver fotografiado arriba
a la derecha - el piano de cola que
Francis Money-Coutts regal� a su hija con motivo de su boda, pinturas relacionadas
con Alb�niz y muchas fotograf�as.
El Museo celebra adem�s anualmente un importante festival musical con
destacados int�rpretes.
Direcci�n: |
Calle Sant Roc, 22
17867
Camprodon |
Tel�fono: |
(+34) 972 74 11 66 |
e-mail: |
[email protected] |
Visitas: |
Concertadas y guiadas |
Horario:
|
Lunes a Viernes:
Martes cerrado.
S�bados y festivos:
Domingos tarde cerrado. |
Ma�anas de 11h. a 14h.
Tardes de 16 h. a 19h.
Ma�anas de 11h. a 14h.
Tardes de 16h. a 19h. |
Precio: |
Billete
normal: 2,40 Euros.
Menos
de 18 a�os y jubilados: 1,50 Euros.
Estudiantes con carnet: 1,50 Euros.
Grupos de
m�s de 20 personas: 1,50 Euros.
Menos de 10 a�os: No pagan. |
Tienda: |
Se venden recuerdos, postales, partituras, discos, etc. |
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